Por PABLO CURONE
“Más alto, más rápido y más lejos” fue el objetivo que tuvieron
en mente todos los pioneros de la aviación, y la cordillera de los Andes
presentaba todos esos desafíos al mismo tiempo, convirtiéndose en una empresa que
cautivó y le costó la vida a gran cantidad de aviadores, de estas regiones y del resto del mundo, como a
Jorge Newbery, el padre de la aviación Argentina.
Tal vez hoy es difícil de entender la dimensión de estas
hazañas, porque movernos por el aire se convirtió en algo habitual, pero debemos
situarnos 100 años atrás, donde la aviación apenas había cumplido los 15, y el hecho de volar era toda una novedad. Más
en nuestras tierras. Tras el
despegue, desde un campo “mejorado”, el piloto debía enfrentar un vuelo por
lugares donde sabía que era imposible bajar, con un motor en el que no podía
confiar, tratando de llegar al alturas superiores a los 6.000mts, donde el
oxígeno es demasiado escaso y el aire tan delgado que las hélices casi no lo
muerden, en una cabina abierta en la que solo podían defenderse del frío
extremo con su capote de cuero y algunos diarios en el pecho, para luego
aterrizar vaya a saber dónde y en qué condiciones.
LOS PRIMEROS CRUCES
En ese contexto, varios fueron dejando su marca en el macizo
de los Andes. El primero, en marzo de
1918 (a menos de 15 años del primer vuelo de los hermanos Wright), fue el
Teniente Candelaria, argentino, que con un Morane Saulnier Parasol de 80HP,
volando a 4.000mts de altura y cruzando
a la altura de Zapala, donde los picos alcanzan los de 1.500mts.
Pero todavía quedaba el reto de cruzar sobre la parte alta,
donde los picos superan los 6.000mts.
Eso lo logró por primera vez, el Teniente Dagoberto Godoy, chileno, que
con un Bristol M1.c de 110HP en diciembre de 1918 cruzó la cordillera hacia
Mendoza.
Pero los desafío se iban sucediendo, y es así que a
principios de abril de 1919, el Teniente Armando Cortinez Mujica, también
chileno, y con un avión similar al de Godoy, cruza (sin autorización de sus
superiores) en sentido oeste este, para volver 11 días después volando de este
a oeste.
Y aquí es donde entran los personajes de los que me quiero
explayar, porque con ellos es que está ligado el modelo que construí, el SVA.5 “Sartorelli”.
El 28 de mayo de 1919, y tras dos intentos fallidos, el
Capitán Pedro Zanni, el Teniente Primero Antonio Parodi y el Teniente Benjamín
Matienzo, pertenecientes al Ejército Argentino (todavía no existía la Fuerza
Aérea) despegan desde Mendoza con un SPAD de 180HP, y dos Nieuport 28 de 165HP
respectivamente para cruzar hacia Santiago de Chile, pero a poco de dejar el
suelo el Tte. Parodi debe regresar por el empaste de las bujías de su
motor. Zanni y Matienzo continúan el
vuelo, pero dados los fuertes vientos que les impedían el avance y el consumo
de combustible que ello implicaba, El Cap. Zanni decide regresar. El Tte. Benjamín Matienzo continúa el
vuelo, lo que le costará la vida al caer su avión. Sus restos fueron encontrados el 18 de
noviembre a 20km. del Paraje las Cuevas.
LA MISIÓN ITALIANA Y
EL CRUCE DE LOCATELLI
Al terminar la Primera Guerra Mundial, varias de las
potencias vencedoras se avocan a la tarea de tratar de comercializar sus
excedentes de material bélico, y es así que tanto Inglaterra, como Francia e
Italia envían a la Argentina misiones aeronáuticas compuestas de aviones,
pilotos, mecánicos e infraestructura (como hangares desmontables).
La Misión aeronáutica Italiana llega a la Argentina el 13 de
marzo de 1919, a bordo del “Tomaso di Savoia”, y al mando del Comandante
Antonio de Marchi. Traían 32 aparatos
divididos en dos componentes: uno naval (hidroaviones) y otro terrestre, y
entre el personal, se encontraba el gran piloto y varias veces condecorado por
sus acciones de guerra, el Teniente Antonio Locatelli.
Como parte de sus actividades de promoción del material
aeronáutico italiano, la Misión realizó numerosas actividades de vuelo, demostraciones
y colaboraciones con el Ejército y la Armada Argentina.
A tres meses de la llegada de la Misión Italiana a la
Argentina, el 10 de junio (15 días después de la desaparición de Matienzo) se
produce una colisión fatal en vuelo entre un Caudron G.3 perteneciente a la
Escuela de Vuelo de El Palomar, pilotado por el Alférez Mario Sarmiento y uno
de los biplazas SVA.10 traído por los italianos, pilotado por el Capitán Enzo
Giovanardi y el mecánico José Sartorelli.
Este echo en el que perdieron la vida los tres aeronautas, termina
dándole nombre los aviones que meses más tarde serán protagonistas de otro raid
histórico.
Para demostrar las virtudes de las máquinas italianas, la
Misión decide darle curso a otro desafío que se convertiría en otro hito en la
historia de la aviación: El vuelo Buenos Aires – Santiago de Chile, cruzando la
Cordillera de Los Andes a la altura de Mendoza.
El 22 de julio de 1919 el Teniente Antonio Locatelli despegó
a bordo de un SVA.5 (n* 12.221) con motor Breda SPA 6 de 220HP desde El Palomar
(localidad próxima a la Ciudad de Buenos Aires) con destino a Santiago de
Chile. Llevaba una bolsa con 2kg de
correspondencia, más toda su experiencia como piloto de guerra volando sobre
los Alpes en grandes travesías sobre el territorio enemigo, y todo el
conocimiento que le transmitiera Antonio Parodi sobre su experiencia con los
Andes. Hay que mencionar que ambos
pilotos a raíz de su relación profesional llegaron a entablar una amistad.
Antonio Locatelli frente al SVA.5 n* 12.221. Nótese la franja blanca pintada en el fuselaje |
La intención del vuelo directo quedó malograda por los
fuertes vientos que lo obligaron a aterrizar en el Paraje “Lagunitas”, pudiendo
retomarlo recién el 30 de ese mismo mes.
Dos horas después aterrizaba en Viña del Mar, entregando el primer
correo aéreo entre Argentina y Chile.
Luego una semana de recepciones y festejos, el 5 de agosto,
despegó desde Santiago, para esta vez sí, llegar a Buenos Aires en vuelo directo. Dicho así suena sencillo, pero esa proeza le
tomó siete horas y media de vuelo en solitario, atravesando los Andes a más de
6.000mts, con temperaturas bajo cero y terribles vientos.
Tras seis meses de
trabajo intenso, la Misión Italiana terminó su labor, y partió de regreso,
donando a la Argentina parte del material de vuelo e infraestructura que habían
traído.
Es así, que un monoplaza SVA.5 y un biplaza SVA.10 pasan a
formar parte de la dotación de vuelo del Ejército Argentino. En homenaje a los dos aviadores italianos
muertos en el accidente con el Alférez Sarmiento, estas máquinas fueron
bautizadas respectivamente “Sartorelli” y “Giovanardi”.
LOS CRUCES DE PARODI
Y ZANNI
Con el objetivo de poder completar el malogrado cruce en el
que perdiera la vida Benjamín Matienzo, los Capitanes Zanni y Parodi deciden
retomar la empresa. Para ponernos en
contexto, todavía estaba en el país la Misión Aeronáutica Francesa, también con
los ojos puestos en los Andes, lo cual agregaba una presión adicional en
relación a la fecha de ejecución.
Parodi en la cabina de uno de los SVA.5 de la Misión Italiana. Nótese que se ha removido la franja blanca del fuselaje que identificaba la unidad a la que perteneció el avión en tiempos de guerra. |
Para llevarla a cabo, Ejército les asigna los dos SVA
Ansaldo donados por la Misión Italiana.
Tras cuatro meses de preparación, en los que se pusieron a
punto los aviones, y se realizaron varios vuelos de larga distancia, el 2 de
marzo de 1920 partieron desde El Palomar hacia Los Tamarindos en Mendoza, pero
a medio camino, el SVA.10 de Zanni tuvo que abandonar el vuelo tras perder el
capot. Las fuertes vibraciones generadas
por unas bugías empastadas le habían soltado los pasadores de fijación.
El 6 de marzo ambos pilotos con sus máquinas se
reencontraron en Los Tamarindos.
Tres días después, minutos antes de las 6 de la mañana del 9
de marzo de 1920, y con condiciones climáticas aceptables (tema cuyo
seguimiento estaba a cargo del Tte. Candelaria), los dos aparatos partieron
para cruzar hacia Chile.
El SVA.5 “Sartorelli”, con motor Breda SPA 6 de 220Hp,
440lts de combustible y 36 de aceite, estaba al mando del Capitán Antonio
Parodi, mientras que el AVA.10 “Giovanardi”, con motor Issota Fraschini de
250Hp, 400lts de combustible (parte en un tanque suplementario en el asiento
del acompañante) y 30lts de aceite, estaba al mando del Capitán Pedro Zanni.
Al llegar a los 4.000mts de altura el motor del avión de
Zanni comenzó a fallar, por lo que se vio obligado a regresar.
Parodi, en solitario continuó la travesía y tras tres horas
de vuelo, a las 9 de la mañana, fue escuchado y luego visto sobre la vertical
del aeródromo El Bosque a 15km al sur de Santiago de Chile, donde esperaban su
aterrizaje.
Pero si hubiera descendido en ese momento, ese vuelo a lo
sumo hubiera empardado las gestas anteriores de Godoy, Cortinez Mujica y
Locatelli, por lo que se dirigió a Santiago y a 3.500mts de altura arrojó
volantes de salutación al pueblo chileno, realizó algunas “maniobras deportivas”
y en vuelo directo, sin aterrizar, enfiló hacia el este, hacia el Tupungato,
para luego de atravesar nuevamente el Cordón del Plata y aterrizar en Los
Tamarindos a las 10:30. ¡Se había
realizado por primera vez el “doble cruce de los Andes”!
El Capitán Parodi se negó a recibir cualquier homenaje hasta
que su amigo, el Capitán Pedro Zanni cumpliera su desafío, y es así una semana
después, que el 16 de marzo, despegó con el SVA “Sartorelli” hacia el oeste,
llegando a la vertical del aeródromo de Espejo. A 2.000mts enfiló hacia Santiago donde
volvió a arrojar volantes, para luego volar hacia Valparaiso y desde allí
cruzar nuevamente los Andes hacia Mendoza, pasando por Las Cuevas, el lugar
donde había caído su amigo Matienzo.
Además del doble cruce de los Andes, ¡había realizado un
vuelo de 600km en tres horas y media y mayormente a 6.000mts! Otra gran proeza para la historia de la
aviación.
Pero los desafíos sobre los Andes no estaban agotados.
El 29 de ese mismo mes, el Cóndor Riojano, Vicente Almandos
Almonacid, héroe de la aviación francesa durante la Primera Guerra Mundial, e
integrante de la Misión Francesa, a bordo de un monoplaza SPAD con motor de
220Hp, realiza el primer cruce nocturno de la cordillera.
En enero del 21, la aviadora francesa Adrianne Bolland, al
mando de un Caudron G.3 con motor Le Rhone de solo 80Hp también venció los
Andes, demostrando que esas proezas no estaban reservadas solo a los hombres.
También debería relatar los vuelos de la Aeroposta, abriendo
rutas comerciales y de correo, y tantas otras hazañas que en pocos años fueron
venciendo a los Andes, materializando el sueño de esos pioneros: “más alto, más
rápido y más lejos”
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SVA 5 "SARTORELLI" - Modelo escala 1/32 construido en scratch
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Esquemas dimensionales del SVA.5 |
El SVA.5
La serie de biplanos italianos SVA (Savoia - Verducio - Ansaldo) fueron diseñados originalmente como aviones de caza, pero finalmente no cumplieron ese rol, por sus pobres dotes de maniobrabilidad. Sin embargo, fue un excelente avión de reconocimiento y bombardeo, con una gran autonomía y excelente techo, alcanzando los 6.000mts. Además, con 230km/h fue uno de los aviones más rápido diseñado en el lado aliado durante la Primera Guerra Mundial.
Era un biplano con un estilizado fuselaje de madera, alas y superficies de cola enteladas, con puntales diagonales entre las alas. Las versiones biplazas se denominaron SVA.9 (para entrenamiento) y SVA.10, esta última con un motor Issota Fraschini de 250Hp.
La planta motriz adoptada fue el Breda SPA 6 de 220Hp.
Podía ir armado con dos ametralladoras Vickers de 7.7 y cargar 90kg de bombas.
Fue el avión adoptado por la famosa escuadrilla 87 "La Serenísima" y con el que realizaron su vuelo histórico sobre Viena.
La Argentina tuvo en dotación 16 monoplazas SVA.5 y 3 biplazas SVA.10. Además de Italia y la Argentina, fue adquirido por Brasil, España, Estados Unidos, Francia, Lituania, Letonia, Rusia, Holanda, Polonia y Uruguay.
Planos del fuselaje del SVA 5 |
Motor Breda SPA 6 en el Museo Nacional de Aeronáutica de Morón (Argentina) |
De izquierda a derecha: Modelos en escala 1/32 de los motores Breda SPA 6 de 220Hp e Issota Fraschini de 250Hp |
Vista frontal y lateral (con estructura) de un SVA.10 |
Agradezco al Sr. Eloy Martín por su colaboración y los datos aportados
Bibliografía:
Bibliografía:
- El rol de la Aviación de Ejército en el desarrollo de la Aviación Civil (Período 1919-1927) - Eloy Martín - Fundación Histarmar
- Influencias de la Primera Guerra Mundial en el desarrollo de la Aviación Militar hasta 1927 - Eloy Martín - Fundación Histarmar
- El Caudron G-3 EP2 en Argentina - Eloy Martín - Fundación Histarmar
- Misiones aeronáuticas extranjeras 1919 - 1924 - Julio Victor Lironi - Instituto Argentino de Historia Aeronáutica Jorge Newbery
- Desafío a los Andes - Raul Larra - Ediciones Ánfora
- El murciélago - Oscar Luis Aranda Durañona - Ediciones Argentinidad
- Antonio Parodi 1890-1978 - El aviador militar - Instituto argentino de historia aeronáutica.
Que modelo excelente! Felicitaciones!!!!!!
ResponderBorrarMuchas gracias!
BorrarMuy interesante historia, estupendos el articulo y la investigación.
ResponderBorrarMuchas gracias Martín!
BorrarQuerido Pablo, felicidades por el post muy interesante, hay un pequeño dato que se maneja mal, que es la cantidad de aviones que llegaron con la misión militar italiana, eran solo 22, y entre ellos dos FIAT R.2 que no estaban listados en el manifiesto que registró Zar, llegaron en tres vapores con toda la dotación de mecánicos, hangares, vehículos de apoyo y repuestos para todas las aeronaves. Tendrás de pura suerte por ahí fotos o datos de los R.2?, voy investigándolo casi 2 años y es reciente que me enteré que eran 2 y no uno como pensaba, sus matrículas eran R.2-8584 y R.2-8579, el segundo se estrello en Caseros en agosto de 1919, espero tengas alguna historia de esos aviones en Argentina. Gracias y felicidades nuevamente.
ResponderBorrarHola!
BorrarMuchas gracias por tu comentario. Voy a revisar lo de los FIAT R.2. Si encuentro alguna información extra te la comparto.
Saludos
Te quedo infinitamente agradecido.
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